ESE DÍA LLEGÓ

INFORME: CÓMO ES SER DEPORTISTA AMATEUR EN PANDEMIA

Por Juan Pablo Michel

Cinco de la mañana y arranca el primer turno de trabajo. Ya en noviembre, la temperatura a esta hora supera con facilidad los 16 grados y, por ende, Alfonso, un muchacho de mantenimiento del club, llega en remera con el buzo colgado en los hombros por si las moscas. Pasa su credencial por el lector de la entrada, la garita vacía, así como el estacionamiento, y se dirige al taller con el resto de sus compañeros de trabajo. Hoy, los muchachos tienen la tarea de repintar las “haches” de las canchas del fondo y un sector de la entrada del club.

Las mañanas siempre fueron así. Nadie pisa las instalaciones en esos horarios, más allá del personal de limpieza, la gente de administración, y algún que otro dirigente que se encamina a una reunión en el salón. Sin embargo, Alfonso sabe que pasado el tiempo se harán las 5 o 6 de la tarde, y que el club se va a encontrar igual de vacío. Y para alguien que lleva más de diez años trabajando en este lugar, eso nunca va a parecerle normal. Ni siquiera luego de siete u ocho meses de cuarentena. 

Afortunadamente, este día si va a ser un tanto diferente. Hoy, luego de un gran esfuerzo por parte de la dirigencia y de muchas cartas enviadas a la Municipalidad de Esteban Echeverría, el plan de protocolo ha sido aprobado y, desde las 18:15, pequeños grupos de 15 jugadores de rugby y 11 jugadoras de hockey se aproximarán al club de sus amores a volver a entrenar luego de lo que fue para muchos el mayor parate deportivo de su vida.

Dos horas antes, Carlos, el superior de Alfonso, lo llama a él y a los demás para dividir las canchas en andariveles, por medio de cintas atadas a estacas. En cada uno de esos pasillos, colocan conos y banderines para señalizar algunos ejercicios específicos que los jugadores luego realzarán. Además, marcan con cintas pequeños cuadrados de dos por dos, en los que los jugadores colocarán sus pertenencias y podrán cambiar su calzado.

Alfonso se retira de la cancha, que ya se encuentra detalladamente organizada, y se le hace un nudo en la garganta. Nunca se pudo imaginar ver una cancha de rugby dividida en quince partes, con jugadores que no taclearán, no se pasarán una pelota, no practicarán formaciones, pero que sin embargo correrán de un lado al otro como un perro en el medio del campo. Sin dudas, esto último lo llena de orgullo. Él, como ex jugador de este deporte, se pone en su lugar y sabe que, por más restringidos que se encuentren, volver a correr en esas canchas va a ser lo mejor que les pasó hasta ahora a estos jóvenes que con creces superaron lo peor de esta pandemia y desde hoy, dan un paso más a retomar su feliz normalidad.

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