INFORME: CÓMO ES SER DEPORTISTA AMATEUR EN PANDEMIA
Por Joan Jaunarena
Son las 21.20 y los jugadores de la Primera y de la Tercera división de Amigos de Villa Luro (AVL) de fútsal van llegando de a poco al club. El ingreso no es como el de hace un año: la pandemia del coronavirus todo lo ha cambiado. Y el ambiente deportivo tuvo que adaptarse a las nuevas normalidades. Ya están casi todos los que componen el grupo. Se quedan en la puerta a esperar a que les permitan el ingreso. Cada chico que llegaba, con su barbijo puesto y su botinero en la mano, saluda a sus compañeros con el codo o simplemente asintiendo con la cabeza. A las 21.25 ya están todos los jugadores en la puerta ubicada en Ramón Falcón 5176. Mientras tanto, adentro del club las chicas de patín, que están guardando sus pertenencias en sus mochilas luego de haber entrenado. Ellas se esperan y cuando todas terminan, se juntan, con la lógica y correspondiente distancia que deben tener, arman una fila. Tomando distancias y con la profesora a la cabeza salen por la puerta de emergencia, que se encuentra a unos cuantos metros de la entrada principal. Los representantes de las distintas actividades se ven a lo lejos, pero no se cruzaban. Cuando la cancha ya está desocupada, a las 21.30, recién en ese momento el encargado de seguridad les habilitaba el paso a los futbolistas. Uno por uno, van entrando y se dejan tomar la fiebre, por el responsable de la seguridad, en la muñeca del brazo derecho. Los protocolos no terminan ahí. Al ingresar, cada uno saca de su botinero una botella de agua, una toallita y un alcohol en gel, y dejan todo en las gradas. Muchos de los jugadores no se sacan el barbijo. La entrada en calor se divide en dos grupos. El primero comienza a correr y, cuando los jugadores ya están a la distancia aconsejada, sale el siguiente. Corren unos 15 minutos. Después, se acuestan en el piso, respetando la distancia, y empiezan a trabajar la zona media. Al rato se levantan y arrancan los ejercicios con la pelota. Los trabajos se dividen en grupos y por estación. Las actividades duran un par de minutos y al escuchar el silbato del técnico, cada grupo para y continúa el siguiente. A las 22.50 el entrenador llama a todos para que se junten en la mitad de la cancha. Elongan. Al terminar de estirar cada uno de sus músculos, van hacia las gradas para agarrar sus pertenencias e higienizarse. Entre risas y charlas, los muchachos se despiden y se dirigen a la puerta de emergencia para darle fin al entrenamiento. Con pasión, pero con cuidado; con esfuerzo para cumplir con cada uno de los protocolos. Así fue la práctica de los elencos de Primera y Tercera de fútsal del club Amigos de Villa Luro en tiempos de pandemia. ¿Es raro? Claro, pero los jugadores y sus entrenadores están satisfechos de haber podido volver al lugar que más les gusta: la canchita de fútbol.
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