Por Alejandro Pereyra
Resulta que vivimos en una época en que las redes sociales han
acaparado mucho tiempo y lugar en nuestra vida cotidiana. Desde qué hacemos,
qué comemos, hasta mostrar nuestros gustos por diferentes artistas musicales,
por citar algún ejemplo. Facebook, Twitter, Instagram y Whatsapp. En los últimos
años han surgido numerosas formas de hablar con nuestros amigos y familiares,
así como nuevas plataformas para exponer nuestra visión del mundo con otros.
Pero, ¿cómo influye todo esto en las relaciones de pareja?
Es verdad que las redes sociales tienen aspectos positivos y negativos. La parte positiva es que son muy útiles para enviar mensajes a nuestros seres queridos, para saber cómo se encuentran, o saludarlas por alguna fecha en particular, como cumpleaños o algún aniversario o felicitaciones. Por tanto, nos permite mejorar el vínculo emocional con el otro. Pero, hay personas que no necesitan exponer tanto de su vida. Si bien en un principio, las redes sociales fueron el motivo por el cual la gente comentaba todo lo que trascurría en su vida diaria, a medida que fue pasando el tiempo, esto fue mutando, y es por ello que mucha gente optaba por dejar de exponer su privacidad y compartir este tipo de cosas con su círculo más íntimo. Pero el gran problema es cuando volvés a una relación de pareja, y él o ella empiezan a reclamar cosas como por ejemplo “¿por qué no subís fotos conmigo?” o “me falta seguirte en Twitter, porque ya te sigo en las demás redes sociales”, como si de seguirse mutuamente en todas las redes del mundo virtual fuera la afirmación de la unión o la piedra fundamental para seguir manteniendo una relación. Y es que hay muchas personas que dependen de la aprobación del otro, y ahí está el gran punto que son las redes sociales, porque si el resto no ve fotos de tu pareja, esta misma piensa que la ocultas, o peor aún, piensa que estas coqueteando con otras personas. ¿Y por qué deberíamos darle demasiada importancia a una red donde la mayoría son desconocidos? Porque, seamos sinceros, no todo el mundo tiene un millón de amigos, a menos que seas Roberto Carlos. Y es que por momentos, le damos más importancia a la vida virtual que a la vida misma. Según un estudio de Badoo, la web especializada en hacer que las personas se conozcan, un usuario común de Internet pasa más tiempo socializando en las redes que cara a cara. Así, se calcula que uno de cada tres prefiere utilizar los medios digitales que contactar de frente a las personas. Además, uno de cada cuatro ha exagerado o mentido sobre sus conquistas en las redes.
Por otra parte, un estudio publicado por el Journal
of Compute-mediated communication explica que el uso de Facebook tiene
una incidencia negativa en las relaciones amorosas. Así, las conductas más
frecuentes asociadas a las parejas y al uso de Facebook son celos, acoso
virtual (los famosos stalkers), la necesidad de popularidad (y en consecuencia,
celos), baja autoestima y en general una percepción negativa de la relación,
casi siempre ligada a la popularidad de uno y a la inestabilidad emocional del
otro.
Para los mayores de 35, quizás esto no sea un problema, o por lo menos ya lo han sabido superar, pero con la nueva generación, de los menores de 20, para ellos resulta imprescindible todo esto, porque necesitan sentirse parte de algo, sentir que pertenecen a un grupo, y por ende, sentirse aceptados. Pero tengamos en cuenta, que la vida no solo pasa a través de una PC, o de un celular; la vida va más allá de esto, sé que resulta complicado llevarlo a la práctica ya que el mundo se maneja en torno a la virtualidad, y más en medio de una pandemia, pero todos deberíamos parar la pelota, y repensar en cómo estamos llevando a cabo nuestras relaciones personales, el acercamiento con nuestros pares, que al fin y al cabo, la única forma de mantener una relación sana es por fuera de las redes sociales, ya que las cosas se empiezan a poner muchísimo menos complicadas y sin preocupaciones.
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