LUIS ELÍAS SOJIT NOS CONTÓ LAS HAZAÑAS DE FANGIO

100 AÑOS DE LA RADIO: EL GRAN PÍCARO DEL RELATO

Por Hernan Feijoo

Ya fuera en sus interminables vuelos del avión, junto a los grandes sucesos deportivos o en su “torre mágica”, Luis Elías Sojit fue un hombre de su tiempo y convicción firme, un estandarte del deporte de caballeros y que, como nadie, supo interpretarlos en las artimañas que un Aureliano Buendía podría involucionar en el Macondo que García Márquez relato también en “Cien años de Soledad”.

Es que si lo hubiera querido, su vida es una novela digna del realismo mágico, sin desmerecer una gastada suela de su trayectoria deportiva. Su bigote refinado, sus emblemáticos anteojos de marco negro y su peinado engominado, el que no perdió ni aun al paso del tiempo, lo hacían un clásico. Fue la voz del relato en los tiempos de Bernabé Ferreyra y de Juan Manuel Fangio. Inmortalizó el “Coche a la Vista” como su marca registrada indeleble, la que le permitió armar equipos para seguir los inolvidables GP de Turismo Carretera, como también improvisar en la soledad donde todo vale, incluso imaginarse en la misma “pagoda” de Indianápolis, con los bólidos vibrando a 320 km/h y en un disco de pasta que servía de soporte, en la habitación de un hotel, a 60 km del óvalo.

Fue pionero en eso de darle al relato un estilo. En los 30, con el amanecer de la radio, llevó su corresponsalía en la cobertura de Italia 1934, su primer gran evento internacional. Su voz iluminó las décadas del 40 y el 50, en los tiempos del primer Peronismo, las hazañas de los Gálvez y Fangio, los triunfos de Pascualito Pérez o la gesta del “León de Wembley” Miguel Ruglio. Su compromiso militante, en frases como “Hoy es un día Peronista” o “Perón cumple, Evita dignifica” le pasaron la factura de la Libertadora. La pagó con el doloroso exilio, porque a veces las convicciones se pagan caro.

Se rearmó y volvió en los 60, siempre al relato y con una gama de comentaristas que van desde Jorge Luis Pajaro hasta Enrique Moltoni, Alfredo Salotto o incluso un jovencito que luego haría su camino como Julio Ricardo.

En el cine tuvo sus “Segundos Afuera”, porque supo ser un hábil púgil, para recibir los golpes que la vida le daba, en muchos casos por su pensamiento político y en otros por su trabajo, el cual no siempre le fue sencillo. Cuando volvió por la puerta grande en los tiempos dorados de las organizaciones deportivas, hizo de los aviones su medio eficiente de comunicación. Hasta la barredora que informaba detrás del último auto del pelotón, si encontraba algún rezagado con algún problema.

En los grandes premios del TC o en cada domingo de fútbol, Sojit mantenía su vigencia, su magia, su picardía, el ingenio y su genio. Vivía por y para la radio y el deporte.

Se fue en silencio, con los reconocimientos tardíos que su figura mereció en vida. El 26 de julio de 1982, en otros tiempos de plomo tan duros como los que vivió en el 55, dejó este mundo, con el legado de su años mozos y su enseñanza para el imagino colectivo, el gran pícaro argentino.

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