El especialista en deportes habló acerca
de su experiencia. Marcó diferencias entre el personaje mediático y su
trayectoria anterior. Además, dejó conceptos sobre fútbol y boxeo. También recordó su primera entrevista a Maradona.
Por Andrés Birman - Segundo Año de Periodismo
Horacio Pagani soñó con ser cantante de tangos, “pero no acertaba ni una nota, todos
me corregían”, reconoce. Por eso, dejó esa idea y se dedicó a recitarlos. Así
lo hizo frente los estudiantes del Instituto Superior Crónica, el cual visitó
el miércoles 7 de septiembre. Y eligió “Fuimos”, de Homero Manzi: “´Fuimos
golondrinas entre la nieve. Rosa marchitada por la nube que no llueve´… tiene
figuras muy lindas; las mejores metáforas que yo recuerde en el género. Es muy
poético, es mi tango”, aseguró.
Pasadas las 10 de la mañana, de camisa a cuadros y bufanda roja, de buen humor y ocurrente, respondió todas las inquietudes de los estudiantes. Para comenzar, el periodista contó sus inicios en la profesión: “Cuando terminé el colegio secundario, mis viejos querían que sea contador público. A los 17 años empecé a trabajar en el Banco Boston. Pero cuando iba a la facultad me di cuenta de que no me gustaba. Cuando salí del servicio militar me dije ´esto no va más´ y empecé en el Círculo de Periodistas Deportivos. Fui para ver de qué se trataba, no tenía muy encendida la profesión. Y tuve suerte, porque en aquel tiempo era más fácil conseguir trabajo. Seguí en el banco, hice alguna experiencia en televisión (sin salir al aire) y ya hace 48 años que trabajo en Clarín, en donde fui desde redactor hasta prosecretario y columnista, como todavía sigo hoy, en situación de jubilado”. Recordó que sus primeros trabajos en el diario fueron “cubrir el casamiento de Horacio Accavallo y vestuarios de fútbol para los principales cronistas” y que “aquel era un periodismo más artesanal, había que estar en todos los detalles. Era muchísimo más costoso que el de ahora”.
Acaba de salir su libro “´Seis viajes a la luna´, que grafica la cantidad de kilómetros que transité con esta profesión”. Allí describe el recorrido que comenzó con un viaje a Corrientes: “Nunca había volado. Mastiqué tanto chicle y cerré tanto los ojos que estábamos a mil metros de altura y creí que estábamos carreteando.El primero al exterior fue por la revista El Gráfico, a Asunción del Paraguay a ver un Torneo Juventudes de América. Y el primero a Europa fue a París, que era el sueño de toda mi vida, fue por el diario El Mundo. Fui a ver la pelea de Monzón y Bouttier”. Sobre esta experiencia afirmó que “la enseñanza que te da ser enviado especial es muy importante en la faceta de un periodista”.
Luego, expresó su parecer sobre el fútbol actual: “Se corre y no se piensa, por eso se juega como se juega. Hoy todo es fricción. Y los jugadores que piensan y que son capaces de manejar el partido desde adentro, caso Román Riquelme, se quedan afuera. Se ha transformado esto en una dictadura de los entrenadores porque los jugadores son obedientes cumplidores de órdenes. La urgencia de los entrenadores es que no los echen. Todo se ha simplificado hacia la nada. Por eso no aparecen más jugadores como el Beto Alonso, como Bochini, como Maradona. Los matan en las divisiones inferiores. El enganche o el armador de juego desaparece ahí, porque no quieren que nadie tome decisiones desde adentro”.
Además, dio su particular visión acerca de los factores que inciden en los resultados de los partidos; para Pagani “se definen 40% por el azar, 30% por los factores psicológicos, 20% por la calidad de los jugadores y 10% por la táctica”. Pero en seguida marcó diferencia con su otra especialidad, el boxeo: “Lo que me atrae es la historia de los boxeadores. Ver como un tipo se trata de ganar un lugar en la sociedad arriesgando su cuerpo y su físico, con un sacrificio muy grande. Después, si es bueno, la sociedad le dará un lugar, lo aprovecha, lo usa y después lo tira. Por eso la parábola del boxeador es venir de la nada, llegar a lo máximo y, generalmente, terminar en la nada otra vez. Es una cosa de gran profundidad social que me interesó mucho. Entonces quise meterme en el alma del boxeador, que es mucho más noble que el jugador de fútbol. En general son manejados, manipulados y explotados. Una vez que me metí en la idea y la intimidad del boxeador, me gustó mucho más”.
Horacio conoció la masividad tarde, “hace doce años, cuando entré en Estudio Fútbol”, deslizó. En el programa de TyC Sports a diario discute –desencajado- con sus compañeros. Él aclaró que aquello que se ve ahí no es un personaje: “Yo estoy en una batalla encarnizada. Salgo para internarme cada vez que voy ahí. Un día me van a sacar con las patas para adelante”, dijo ante las risas de algunos de los presentes. Y confió que dudaba de su participación porque “no sabía si iba a tirar por la borda tantos años de trabajo serio, caminando por la frontera entre el ridículo y lo anterior”. Pero manifestó que escribir en Clarín le dio “prestigio” y salir en televisión, “popularidad”. Su conclusión sobre el tema fue que todas las “locuras” que protagoniza “no me han derrotado la trayectoria. Por supuesto yo me pongo mucho más feliz cuando alguien me dice ´leí una nota tuya´ que cuando me dice ´te vi por televisión cuando casi te morís´”.
En uno de los pasajes más interesantes del encuentro, dio una mirada sobre su vocación y la actualidad de los medios: “El verdadero periodismo es el escrito, porque es la base del periodismo. La palabra escrita permanece y a la palabra hablada se la lleva el viento. Con 20 años encima de radio y 12 de televisión sigo diciendo lo mismo. Hablar, habla cualquiera. Pero si uno hace base en la escritura tiene garantías para trabajar con mayor solvencia en la radio y en la televisión. Por otro lado, el avance de la tecnología es un boomerang para los periodistas. Porque se ha perdido un poco el ojo de tigre, la capacidad de buscar la información y tener lo propio y no sacado de internet. A mí me parece que el adelanto tecnológico produjo ventajas, pero se ha perdido calidad, porque se ha anquilosado un poco la actitud de investigación que antes se tenía. Estamos viviendo una era en la que todo tiene que ser vertiginoso y rápido. Ahora importa más llegar primero que llegar bien”. Y aconsejó a los alumnos “que lean mucho y que se capaciten; porque ahora es mucho más difícil que en mis tiempos. Pero aquel que tiene perseverancia y voluntad, al final consigue trabajo”.
Para despedirse, evocó aquella primera entrevista con Diego Armando Maradona, “su impulso periodístico”, cuando apenas tenía dos partidos en Primera. “Yo lo vi en un partido preliminar al que nadie le dio mucha bola. A mí me asombró cómo jugaba. Al poco tiempo debutó contra Talleres de Córdoba y en su segundo partido metió dos goles. Planteé que quería hacerle una nota y lo fui a ver al entrenamiento con un fotógrafo. Charlamos un ratito y lo llevé con mi Fiat 600 a su propia casa. Estaban los dos hermanitos jugando a la pelota en la calle y me dijo: ´Los tres vamos a jugar en la primera de Boca´. Yo le respondí: ´¿Sabés que vos vas a ser figura del fútbol mundial?´ Y así fue. Esa nota la tengo enmarcada en mi casa, se llama ´Un sueño de barrilete´”.
No se equivocó Pagani en el pronóstico que lanzó sobre la carrera del 10. Su visión lo llevó a buscar aquella reunión, a encontrar su “impulso periodístico”. Aquel que no tenía cuando se repartía entre la escritura y el Banco Boston. Pero lo halló ese día con Maradona, cuando no imaginaba pasar más de cincuenta años en esta profesión. Cuando no imaginaba ir a la luna seis veces y volver. Cuando el no pegar ni una nota lo alejó de su primer anhelo.
Pasadas las 10 de la mañana, de camisa a cuadros y bufanda roja, de buen humor y ocurrente, respondió todas las inquietudes de los estudiantes. Para comenzar, el periodista contó sus inicios en la profesión: “Cuando terminé el colegio secundario, mis viejos querían que sea contador público. A los 17 años empecé a trabajar en el Banco Boston. Pero cuando iba a la facultad me di cuenta de que no me gustaba. Cuando salí del servicio militar me dije ´esto no va más´ y empecé en el Círculo de Periodistas Deportivos. Fui para ver de qué se trataba, no tenía muy encendida la profesión. Y tuve suerte, porque en aquel tiempo era más fácil conseguir trabajo. Seguí en el banco, hice alguna experiencia en televisión (sin salir al aire) y ya hace 48 años que trabajo en Clarín, en donde fui desde redactor hasta prosecretario y columnista, como todavía sigo hoy, en situación de jubilado”. Recordó que sus primeros trabajos en el diario fueron “cubrir el casamiento de Horacio Accavallo y vestuarios de fútbol para los principales cronistas” y que “aquel era un periodismo más artesanal, había que estar en todos los detalles. Era muchísimo más costoso que el de ahora”.
Acaba de salir su libro “´Seis viajes a la luna´, que grafica la cantidad de kilómetros que transité con esta profesión”. Allí describe el recorrido que comenzó con un viaje a Corrientes: “Nunca había volado. Mastiqué tanto chicle y cerré tanto los ojos que estábamos a mil metros de altura y creí que estábamos carreteando.El primero al exterior fue por la revista El Gráfico, a Asunción del Paraguay a ver un Torneo Juventudes de América. Y el primero a Europa fue a París, que era el sueño de toda mi vida, fue por el diario El Mundo. Fui a ver la pelea de Monzón y Bouttier”. Sobre esta experiencia afirmó que “la enseñanza que te da ser enviado especial es muy importante en la faceta de un periodista”.
Luego, expresó su parecer sobre el fútbol actual: “Se corre y no se piensa, por eso se juega como se juega. Hoy todo es fricción. Y los jugadores que piensan y que son capaces de manejar el partido desde adentro, caso Román Riquelme, se quedan afuera. Se ha transformado esto en una dictadura de los entrenadores porque los jugadores son obedientes cumplidores de órdenes. La urgencia de los entrenadores es que no los echen. Todo se ha simplificado hacia la nada. Por eso no aparecen más jugadores como el Beto Alonso, como Bochini, como Maradona. Los matan en las divisiones inferiores. El enganche o el armador de juego desaparece ahí, porque no quieren que nadie tome decisiones desde adentro”.
Además, dio su particular visión acerca de los factores que inciden en los resultados de los partidos; para Pagani “se definen 40% por el azar, 30% por los factores psicológicos, 20% por la calidad de los jugadores y 10% por la táctica”. Pero en seguida marcó diferencia con su otra especialidad, el boxeo: “Lo que me atrae es la historia de los boxeadores. Ver como un tipo se trata de ganar un lugar en la sociedad arriesgando su cuerpo y su físico, con un sacrificio muy grande. Después, si es bueno, la sociedad le dará un lugar, lo aprovecha, lo usa y después lo tira. Por eso la parábola del boxeador es venir de la nada, llegar a lo máximo y, generalmente, terminar en la nada otra vez. Es una cosa de gran profundidad social que me interesó mucho. Entonces quise meterme en el alma del boxeador, que es mucho más noble que el jugador de fútbol. En general son manejados, manipulados y explotados. Una vez que me metí en la idea y la intimidad del boxeador, me gustó mucho más”.
Horacio conoció la masividad tarde, “hace doce años, cuando entré en Estudio Fútbol”, deslizó. En el programa de TyC Sports a diario discute –desencajado- con sus compañeros. Él aclaró que aquello que se ve ahí no es un personaje: “Yo estoy en una batalla encarnizada. Salgo para internarme cada vez que voy ahí. Un día me van a sacar con las patas para adelante”, dijo ante las risas de algunos de los presentes. Y confió que dudaba de su participación porque “no sabía si iba a tirar por la borda tantos años de trabajo serio, caminando por la frontera entre el ridículo y lo anterior”. Pero manifestó que escribir en Clarín le dio “prestigio” y salir en televisión, “popularidad”. Su conclusión sobre el tema fue que todas las “locuras” que protagoniza “no me han derrotado la trayectoria. Por supuesto yo me pongo mucho más feliz cuando alguien me dice ´leí una nota tuya´ que cuando me dice ´te vi por televisión cuando casi te morís´”.
En uno de los pasajes más interesantes del encuentro, dio una mirada sobre su vocación y la actualidad de los medios: “El verdadero periodismo es el escrito, porque es la base del periodismo. La palabra escrita permanece y a la palabra hablada se la lleva el viento. Con 20 años encima de radio y 12 de televisión sigo diciendo lo mismo. Hablar, habla cualquiera. Pero si uno hace base en la escritura tiene garantías para trabajar con mayor solvencia en la radio y en la televisión. Por otro lado, el avance de la tecnología es un boomerang para los periodistas. Porque se ha perdido un poco el ojo de tigre, la capacidad de buscar la información y tener lo propio y no sacado de internet. A mí me parece que el adelanto tecnológico produjo ventajas, pero se ha perdido calidad, porque se ha anquilosado un poco la actitud de investigación que antes se tenía. Estamos viviendo una era en la que todo tiene que ser vertiginoso y rápido. Ahora importa más llegar primero que llegar bien”. Y aconsejó a los alumnos “que lean mucho y que se capaciten; porque ahora es mucho más difícil que en mis tiempos. Pero aquel que tiene perseverancia y voluntad, al final consigue trabajo”.
Para despedirse, evocó aquella primera entrevista con Diego Armando Maradona, “su impulso periodístico”, cuando apenas tenía dos partidos en Primera. “Yo lo vi en un partido preliminar al que nadie le dio mucha bola. A mí me asombró cómo jugaba. Al poco tiempo debutó contra Talleres de Córdoba y en su segundo partido metió dos goles. Planteé que quería hacerle una nota y lo fui a ver al entrenamiento con un fotógrafo. Charlamos un ratito y lo llevé con mi Fiat 600 a su propia casa. Estaban los dos hermanitos jugando a la pelota en la calle y me dijo: ´Los tres vamos a jugar en la primera de Boca´. Yo le respondí: ´¿Sabés que vos vas a ser figura del fútbol mundial?´ Y así fue. Esa nota la tengo enmarcada en mi casa, se llama ´Un sueño de barrilete´”.
No se equivocó Pagani en el pronóstico que lanzó sobre la carrera del 10. Su visión lo llevó a buscar aquella reunión, a encontrar su “impulso periodístico”. Aquel que no tenía cuando se repartía entre la escritura y el Banco Boston. Pero lo halló ese día con Maradona, cuando no imaginaba pasar más de cincuenta años en esta profesión. Cuando no imaginaba ir a la luna seis veces y volver. Cuando el no pegar ni una nota lo alejó de su primer anhelo.
El pibe Birman es una promesa del periodismo, no me digan que no.
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