La crisis del fútbol olímpico


Pareciera que estamos hablando de selecciones distintas, en los Juegos Olímpicos de Beijing 2008 la selección sub 23 se coronó con la medalla de oro de la mano de Lionel Messi y Juan Román Riquelme. Cuatro años después ni siquiera se logró clasificar a Londres. En Rio 2016 se renovaban las esperanzas de volver  al podio, pero poco antes de comenzar aparecieron los problemas. Tras la desilusión de la Copa América Centenario, el Tata Martino dio un paso al costado y hubo que improvisar un DT: Julio Olarticoechea debió armar un equipo con una lista de otro entrenador. Para colmo los clubes se negaban a ceder a sus jugadores, lo que término provocando que al llegar a Brasil no se contaba con jugadores suficientes para hacer dos equipos para entrenar.
De todas maneras la pelota siguió rodando. Se pudo conseguir a los 18 futbolistas para armar el plantel, pero las expectativas ya no fueron las mismas. Una derrota a manos de Portugal, una victoria con Argelia y un empate frente a Honduras pusieron fin al sueño olímpico del fútbol sin ni siquiera poder pasar de ronda. Para redondear el mal sabor de boca que nos dejaron estos Juegos Olímpicos es esta disciplina, los locales consiguieron la de oro de la mano de Neymar.
Por eso sorprende que tan solo con seis años de diferencia, se haya bajado tanto el nivel, y sobre todo el compromiso de la AFA y los clubes con la selección. En el 2008 Boca cedía a su máxima figura (Riquelme) y ahora se le tuvo que pedir casi de rodillas por Cristian Pavón.

Agustín Bertolotti

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