Tal vez sea muy poco periodístico decir que salir a recorrer las calles del centro de la ciudad en búsqueda de un acontecimiento o hecho no fue tal ya que no hubo nada destacable pero si cambiamos el enfoque el hecho es ese, detenerse a observar cómo funciona el frenético ritmo de una Buenos Aires que jamás para, una recorrida por Plaza de Mayo y alrededores de un típico viernes de agosto.
El reloj marcaba cerca de las 09:30, luego de varios días de lluvia el clima se acomodaba y se presentaba soleado, algunos recorrían con vehemencia Avenida de Mayo sus ritmos en los pasos era de quién sabe que está llegando tarde, aunque no todos deberían estar siendo presionados por el tiempo es ese comportamiento que se contagia en todas las ciudades populosas del mundo.
Los bancos de Plaza de Mayo mostraban gente leyendo el diario, en uno de los bancos un joven leía el deportivo Olé mientras que a su lado un hombre más grande leía Clarín, de un lado de la Pirámide de Mayo había alumnos de un colegio que estaba de excursión, del otro y siguiendo las huellas de las Madres, a pesar de ser un punto clave de visita a aquellos extranjeros que vienen al país sólo se encontraba un contingente de turistas italianos poco para lo usual, los veteranos de Malvinas continúan con su acampe que ya lleva años.
Buenos Aires se convirtió en la ciudad del Papa Francisco y con eso la Catedral pasó a tener grandes cantidades de visitas pero este día en particular había pocos fieles rezando y algunos alumnos de escuelas de excursión.
Mientras tanto en la calle Perú los clásicos artesanos se ganaban la vida, afortunadamente no hay marchas que corten el paso del tránsito y las nubes se agrupan terminando con ese prometedor sol que prometía el inicio de la recorrida.
Ivan San Martín
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