Gonzalo Higuaín
estuvo 354 minutos sin marcar goles ni jugar bien en el Mundial. A pesar de estas adversidades marcó el tanto
del triunfo ante Bélgica. Jugó su mejor partido en este torneo y fue la figura
del equipo.
Argentina
amenazó y Gonzalo concretó. Como un
regalo fortuito del cielo, o del mismo Papa Francisco, le quedó a Higuain un
balón ideal. Tan solo necesitó girar y empalmar una espectacular bolea para
gritar y festejar.
Más
allá de sus condiciones, fue su oportunismo lo más destacable. Anotó el gol del
triunfo en un momento clave del partido. Se vio al “Pipita” del Mundial pasado,
el mismo que nos acostumbró a sus goles y buen juego. Ese jugador que en este
torneo se hizo esperar.
Aportó
sacrificó para marcar a los belgas. Se movió por todo el frente de ataque, sin
estacionarse solamente dentro del área rival. Constantemente fue referencia
para recibir la pelota y jugarla con inteligencia.
También
demostró estar confiado en sí mismo. Remató varias veces al arco de Courtois,
gambeteó a sus contrarios y casi marca un golazo evitado por el travesaño.
Volvió
a ser el 9 de oro. El atacante que
necesita el equipo nacional. El mismo en las eliminatorias se denominó el
cuarto fantástico. Aquel que define casi
siempre de manera correcta y es el socio ideal de Messi en ataque.