LA EDUCACIÓN, EN CRISIS

LA EDUCACIÓN EN PANDEMIA

Por Luis Cuevas

En los últimos 40 años la educación no constituye un tema de la agenda en los principales problemas de la sociedad argentina. Es imprescindible abocarse para revertir esta situación. La pandemia vino para sumarse a los problemas existentes como la inflación, la inseguridad y la corrupción. Por si fuera poco, el desempleo, las drogas, se suman a los anteriores. Los políticos, bien gracias, están ocupados pensando en las próximas elecciones, con lo cual se puede inferir que en lo inmediato no habrá respuesta.

No es casual que la educación esté ubicada en los últimos puestos de la agenda. Será porque es una inversión a largo plazo, y las administraciones solo se ocupan de lo inmediato, lo que es redituable en el plano electoral. Es necesario que haya una opinión pública consciente de la importancia de la educación para que el gobierno que la represente le brinde prioridad al tema.

Para hablar con propiedad sobre el estado de la situación educativa, es menester recurrir a los fríos números que arrojan las estadísticas. Existen opiniones divididas sobre la calidad del sistema de referencia: cuatro de cada diez opinaron de manera positiva(38%), otra cantidad similar arguye que es regular (42%), y el 19 %, calificó en forma negativa. Vale decir que alrededor de 6 cada 10 poseen una opinión crítica sobre la calidad. En el segmento universitario es la mejor evaluación, con un 58% de respuestas positivas (20% la considera regular y 8% negativa).

En el secundario recibe opiniones muy diversas (40% positivas, 32% de regulares y 28 % negativas. Y en la población el 45% lo evalúa positivamente (30% regular y 20% negativo).Son mayoritariamente positivos a la hora de calificar la educación de sus hijos: 7 de 10 dicen que sus hijos reciben una buena educación primaria y secundaria,  y 8 de 10 dicen que es buena o muy buena la universitaria.

Se desprende de estos resultados que hay dos visiones al respecto: una mirada es crítica del sistema en términos generales, y la otra es efectiva. Entonces, ¿cómo se formaron los argentinos galardonados con el Premio Nobel de la Paz, Carlos Saavedra Lamas, en 1934; Bernardo Houssay, Premio Nobel de Medicina, en 1970; Luis Federico Leloir, Premio Nobel en Química, en 1970; Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz, en 1980; y César Milstein, Premio Nobel de Medicina, en 1984? La respuesta es: estudiando.

Es imperativo destinar un presupuesto significativo para que la educación sea ejemplar y los docentes se sientan orgullosos de su profesión. Es  indispensable entender los desafíos que nos platea la mejora de la educación. No es difícil de cumplir, solo depende de la voluntad política, los cambios que se producen en el mundo exigen estar a la altura de las circunstancias.

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