Cómo fueron cambiando las maneras de relacionarse a través de la historia y el paradigma al cual nos enfrentamos como sociedad desde su base, las relaciones sexo afectivas.
Por Gisela Doello
Las sociedades cambian; es una premisa que hay que tener en cuenta para entender cómo se desarrollan. Nada se mantiene exactamente igual y esto se aplica en todas las áreas. En este caso vamos a tomar el nuevo paradigma presentado por una juventud que está comenzando a despegarse de aquello que conocemos como una relación amorosa.
Más allá de los nuevos planteos hay una costumbre que está arraigada a la sociedad en su conjunto y de la cual, es prácticamente imposible de desprenderse. Puede mutar o modificarse pero, siempre desemboca en lo mismo y esto es la monogamia.
En el último tiempo hemos escuchado hablar de poliamor, amor libre o simplemente amor sin ningún tipo de etiquetas que limite el vínculo entre las dos personas. Entonces: ¿Es posible modificar lo culturalmente establecido? ¿Hay posibilidades de cambiar los parámetros preestablecidos?
Lo que nos queda por delante es la incertidumbre ante las nuevas opciones y si estamos en camino a la destrucción absoluta del vínculo amoroso más antiguo. Claro está que las sociedades son diferentes dependiendo el lugar en el mundo en el cual nos encontremos y sus costumbres así que, solo nos limitaremos a nuestro país como campo de investigación para el desarrollo de esta temática.
Vínculos afectivos: Una aproximación en la historia
Para comprender cómo se desarrollan las nuevas maneras de vincularse íntimamente con otros, primero hay que establecer una definición para las relaciones sexo afectivas.
Se entiende como “pareja que se integra por dos personas que comienzan a socializar cuando surge una atracción por otra personas, ésta puede ser o no correspondida, pero cuando se hace recíproca es que se manifiesta el enamoramiento”.
El primer contacto con la monogamia es a través de nuestros padres, quienes al momento de nuestro nacimiento (en la mayoría de los casos), conforman una relación exclusiva de pareja. El segundo contacto puede llegar a ser a través de la lectura de cuentos infantiles en las cuales siempre existen protagonistas que representan al amor. Una vez que logramos leer por nuestros propios medios seguimos buscando historias similares, ahí es en donde una gran cantidad de personas eligen los clásicos literarios en donde se sigue conservando la misma línea.
La música es otra manera de absorber aquello que se nos ha impuesto como la forma correcta de amar, y es que por medio de aquella poesía musicalizada nos repiten una y otra vez que solo conseguiremos la felicidad plena encontrando a un complemento, otra persona que pueda llenar el supuesto vacio con el que nacimos. También mencionamos dichos populares, frases que pasan de generación en generación y que siguen el mismo camino para desembocar una vez más, en la monogamia. Otra manera de llegar a esta conclusión es el cine, ¿Cómo llego a esta afirmación? Es que, sin importar el género del largometraje, siempre hay lugar para las historias de amor. Puede ser o no el tema central pero siempre van a aparecer dos personas que se unen por un sentimiento en común: el amor.
Partiendo de la base del “felices para siempre”, crecemos idealizando el concepto de amor hasta llegar al punto de solo desear aquello que nos dicen que es lo que necesitamos. Seas hombre o mujer, la meta siempre es una: La familia.
A partir de encuestas realizadas en las redes sociales se puede comprender, en partes, cómo se entienden las relaciones sexo afectivas entre personas de 20 a 40 años.
Monogamia, una imposición social
En total respondieron 50 personas y, a través de estas preguntas intente, por un lado, llegar a una aproximación sobre las imposiciones culturales que son trasladadas de generación en generación y por el otro, la influencia de las artes de las decisiones que tomamos para nuestra vida.
A partir de los resultados podemos afirmar que la monogamia está impuesta no solo culturalmente, por medio de lo que nos dicen que es lo correcto a medida que vamos creciendo, sino que, está presente en los diferentes tipos de arte, ya sea literario, musical o en el cine.
Somos altamente influenciados por nuestro entorno, desde edades tempranas y esto, claramente, no hace más que reforzar mi hipótesis.
Matrimonio: Monogamia impuesta
Argentina tiene leyes, ellas son las encargadas de regular a la sociedad y por consiguiente establecer qué es lo que está mal y qué está bien. El matrimonio que es la unión civil entre dos personas de sexos opuestos o iguales (Ley n° 26.618 promulgada en el año 2010), no está exento de estás regulaciones.
La Dra. Beatriz Cano, abogada especializada en lo familiar, responde como es la legislación de nuestro país con respecto al tema.
Existen diferentes maneras de convivencias y, aunque estemos acostumbrados a escuchar hablar de dos personas, también hay quienes eligen otras opciones, como por ejemplo la poligamia. En nuestro país las leyes no pueden intervenir y, la Dra. Cano explica: “Respecto a la poligamia, la legislación argentina no tiene cabida la poligamia sin embargo tampoco está prohibida. Te explico por qué, el artículo 19 de la Constitución Nacional dice que todas las acciones privadas de los hombres están exentas de la competencia de los funcionarios. Quiere decir que si en tu consciencia está ser polígamo, ninguna autoridad te puede decir que no lo seas. Es un tema moral y privado de las personas.”
Sobre lo que sí se puede legislar es sobre las uniones legales, nuestro país tiene restricciones sobre estas uniones. La abogada explica: “Los tipos de enlaces permitidos son el matrimonio y el concubinato. El matrimonio está legislado por una ley regular, en un principio de siglo todas las parejas pasaban por el matrimonio y también por la iglesia. Posteriormente, hace unos 30 años atrás empezó la convivencia de hecho. Los legisladores y la legislación en general en Argentina han sido muy pacatos en este tema y les asigno el nombre de “uniones de hecho” y los trataban como si fueran asociados. Luego se abre paso la legislación de seguridad social donde ve que se presenta una señora que tenía 40 años de convencía, enviuda y había permanecido con su pareja hasta los últimos días de su vida; esta se oponía a que la ex esposa reciba parte de la pensión. Es por eso que la justicia determino que era más valiosa la contribución que había hecho a la vida del difunto, la concubina. En consecuencia permitieron que compartieran la pensión. Esto abrió un camino para pensar en el concubinato, personas libres pueden vivir en concubinato.”
El hablar de uniones civiles da lugar para conversar sobre los beneficios de estos trámites y la importancia que tienen en el caso de enfrentar alguna situación límite, como una enfermedad o la muerte misma. Beatriz dice al respecto: “Los beneficios que tiene son: los cobros de los seguros, los que son de tipo social. Los que son de tipo personal normalmente se pone el nombre del beneficiario. También se permite el uso de la obra social, acreditas el concubinato mediante una información sumaria que se hace en tribunales, llevas dos testigos y decís que convivís con ésta persona, los dos testigos dan fe y ya está; podes usar la obra social.
Esos serian los beneficios. En este último tramo se ha permitido una regulación un poco más benigna al respecto del concubino o la concubina en su relación con el matrimonio. Sin embargo, el peso de la iglesia católica ha influido muchísimo en considerar estas uniones, antes era muy jorobado ser concubino porque estaba mal visto y la sociedad era proclive al matrimonio. La iglesia siempre ha sido un factor de estancamiento y las leyes han recogido este revoleo de sotanas en una posición rígida. Recién ahora los letrados son más abiertos, incluso no pueden negar su propia vida porque muchos viven en concubinato y no pasa nada. Nadie se rasga las vestiduras por el matrimonio.”
A su vez, así como hablamos de uniones, también podemos hablar del fin de ellas. Podemos asumir que así como el amor comienza, puede terminar. En el caso de los enlaces civiles, la abogada cuenta: “Los motivos más comunes son los malos tratos, que calificaban antiguamente como injurias graves que agrupaba a todos los tipos de violencia (física, emocional, verbal, económica). Las injurias graves eran todo aquello que provocara una herida en la persona por eso el juez veía que “había matrimonios y matrimonios”. Había matrimonios en los que el insulto podía ser el causal del divorcio y había matrimonios que se tiraban cosas por la cabeza y creían que no era tan grave. Por otro lado, era común el adulterio. El adulterio en un principio era regulado como un delito y era un delito del derecho penal hasta hace, relativamente, poco tiempo. Se penalizaba al adultero pero de una manera diferente teniendo en cuenta el género. El hombre solía tener una concubina o “manceba”, que era una especie de mantenida. No estaba mal visto que un hombre tenga una mantenida fuera del hogar, para el hombre la esposa era su “honorabilidad” y las mantenidas eran las “cositas sucias”. Ahora no está regulado como una causal de divorcio porque era muy difícil probarlo ya que, tenias que sorprender a tu conyugue en el acto mismo.”
Y así como se puede llegar a la instancia del divorcio algunos años después de haber contraído matrimonio, también puede anularse de manera inmediata, si así lo solicitara una de las partes. Con respecto a esto, Beatriz Cano explica: “Se puede anular un matrimonio y esto viene del derecho canónico. Este considera que un matrimonio no consumado, era anulable. Es decir, si no paso nada entre los conyugues se anulaba. Otro causal muy común era el haber confundido a la persona, por ejemplo: Un error en cuanto a la persona que yo creía que era cuando me case y resulta que termino siendo otro tipo de persona.”
Conocer cuáles son los límites pero, sobre todo, cuales son las leyes que marcar estos límites, puede ayudar a entender mejor cómo funciona el sistema. De donde vienen las costumbres que aún se mantienen, por qué lo hacemos y como lo deshacemos es importante para seguir creciendo y avanzando hacia una sociedad civilizada y basada en el respeto del otro.
Por Gisela Doello
Las sociedades cambian; es una premisa que hay que tener en cuenta para entender cómo se desarrollan. Nada se mantiene exactamente igual y esto se aplica en todas las áreas. En este caso vamos a tomar el nuevo paradigma presentado por una juventud que está comenzando a despegarse de aquello que conocemos como una relación amorosa.
Más allá de los nuevos planteos hay una costumbre que está arraigada a la sociedad en su conjunto y de la cual, es prácticamente imposible de desprenderse. Puede mutar o modificarse pero, siempre desemboca en lo mismo y esto es la monogamia.
En el último tiempo hemos escuchado hablar de poliamor, amor libre o simplemente amor sin ningún tipo de etiquetas que limite el vínculo entre las dos personas. Entonces: ¿Es posible modificar lo culturalmente establecido? ¿Hay posibilidades de cambiar los parámetros preestablecidos?
Lo que nos queda por delante es la incertidumbre ante las nuevas opciones y si estamos en camino a la destrucción absoluta del vínculo amoroso más antiguo. Claro está que las sociedades son diferentes dependiendo el lugar en el mundo en el cual nos encontremos y sus costumbres así que, solo nos limitaremos a nuestro país como campo de investigación para el desarrollo de esta temática.
Vínculos afectivos: Una aproximación en la historia
Para comprender cómo se desarrollan las nuevas maneras de vincularse íntimamente con otros, primero hay que establecer una definición para las relaciones sexo afectivas.
Se entiende como “pareja que se integra por dos personas que comienzan a socializar cuando surge una atracción por otra personas, ésta puede ser o no correspondida, pero cuando se hace recíproca es que se manifiesta el enamoramiento”.
El primer contacto con la monogamia es a través de nuestros padres, quienes al momento de nuestro nacimiento (en la mayoría de los casos), conforman una relación exclusiva de pareja. El segundo contacto puede llegar a ser a través de la lectura de cuentos infantiles en las cuales siempre existen protagonistas que representan al amor. Una vez que logramos leer por nuestros propios medios seguimos buscando historias similares, ahí es en donde una gran cantidad de personas eligen los clásicos literarios en donde se sigue conservando la misma línea.
La música es otra manera de absorber aquello que se nos ha impuesto como la forma correcta de amar, y es que por medio de aquella poesía musicalizada nos repiten una y otra vez que solo conseguiremos la felicidad plena encontrando a un complemento, otra persona que pueda llenar el supuesto vacio con el que nacimos. También mencionamos dichos populares, frases que pasan de generación en generación y que siguen el mismo camino para desembocar una vez más, en la monogamia. Otra manera de llegar a esta conclusión es el cine, ¿Cómo llego a esta afirmación? Es que, sin importar el género del largometraje, siempre hay lugar para las historias de amor. Puede ser o no el tema central pero siempre van a aparecer dos personas que se unen por un sentimiento en común: el amor.
Partiendo de la base del “felices para siempre”, crecemos idealizando el concepto de amor hasta llegar al punto de solo desear aquello que nos dicen que es lo que necesitamos. Seas hombre o mujer, la meta siempre es una: La familia.
A partir de encuestas realizadas en las redes sociales se puede comprender, en partes, cómo se entienden las relaciones sexo afectivas entre personas de 20 a 40 años.
Monogamia, una imposición social
En total respondieron 50 personas y, a través de estas preguntas intente, por un lado, llegar a una aproximación sobre las imposiciones culturales que son trasladadas de generación en generación y por el otro, la influencia de las artes de las decisiones que tomamos para nuestra vida.
A partir de los resultados podemos afirmar que la monogamia está impuesta no solo culturalmente, por medio de lo que nos dicen que es lo correcto a medida que vamos creciendo, sino que, está presente en los diferentes tipos de arte, ya sea literario, musical o en el cine.
Somos altamente influenciados por nuestro entorno, desde edades tempranas y esto, claramente, no hace más que reforzar mi hipótesis.
Matrimonio: Monogamia impuesta
Argentina tiene leyes, ellas son las encargadas de regular a la sociedad y por consiguiente establecer qué es lo que está mal y qué está bien. El matrimonio que es la unión civil entre dos personas de sexos opuestos o iguales (Ley n° 26.618 promulgada en el año 2010), no está exento de estás regulaciones.
La Dra. Beatriz Cano, abogada especializada en lo familiar, responde como es la legislación de nuestro país con respecto al tema.
Existen diferentes maneras de convivencias y, aunque estemos acostumbrados a escuchar hablar de dos personas, también hay quienes eligen otras opciones, como por ejemplo la poligamia. En nuestro país las leyes no pueden intervenir y, la Dra. Cano explica: “Respecto a la poligamia, la legislación argentina no tiene cabida la poligamia sin embargo tampoco está prohibida. Te explico por qué, el artículo 19 de la Constitución Nacional dice que todas las acciones privadas de los hombres están exentas de la competencia de los funcionarios. Quiere decir que si en tu consciencia está ser polígamo, ninguna autoridad te puede decir que no lo seas. Es un tema moral y privado de las personas.”
Sobre lo que sí se puede legislar es sobre las uniones legales, nuestro país tiene restricciones sobre estas uniones. La abogada explica: “Los tipos de enlaces permitidos son el matrimonio y el concubinato. El matrimonio está legislado por una ley regular, en un principio de siglo todas las parejas pasaban por el matrimonio y también por la iglesia. Posteriormente, hace unos 30 años atrás empezó la convivencia de hecho. Los legisladores y la legislación en general en Argentina han sido muy pacatos en este tema y les asigno el nombre de “uniones de hecho” y los trataban como si fueran asociados. Luego se abre paso la legislación de seguridad social donde ve que se presenta una señora que tenía 40 años de convencía, enviuda y había permanecido con su pareja hasta los últimos días de su vida; esta se oponía a que la ex esposa reciba parte de la pensión. Es por eso que la justicia determino que era más valiosa la contribución que había hecho a la vida del difunto, la concubina. En consecuencia permitieron que compartieran la pensión. Esto abrió un camino para pensar en el concubinato, personas libres pueden vivir en concubinato.”
El hablar de uniones civiles da lugar para conversar sobre los beneficios de estos trámites y la importancia que tienen en el caso de enfrentar alguna situación límite, como una enfermedad o la muerte misma. Beatriz dice al respecto: “Los beneficios que tiene son: los cobros de los seguros, los que son de tipo social. Los que son de tipo personal normalmente se pone el nombre del beneficiario. También se permite el uso de la obra social, acreditas el concubinato mediante una información sumaria que se hace en tribunales, llevas dos testigos y decís que convivís con ésta persona, los dos testigos dan fe y ya está; podes usar la obra social.
Esos serian los beneficios. En este último tramo se ha permitido una regulación un poco más benigna al respecto del concubino o la concubina en su relación con el matrimonio. Sin embargo, el peso de la iglesia católica ha influido muchísimo en considerar estas uniones, antes era muy jorobado ser concubino porque estaba mal visto y la sociedad era proclive al matrimonio. La iglesia siempre ha sido un factor de estancamiento y las leyes han recogido este revoleo de sotanas en una posición rígida. Recién ahora los letrados son más abiertos, incluso no pueden negar su propia vida porque muchos viven en concubinato y no pasa nada. Nadie se rasga las vestiduras por el matrimonio.”
A su vez, así como hablamos de uniones, también podemos hablar del fin de ellas. Podemos asumir que así como el amor comienza, puede terminar. En el caso de los enlaces civiles, la abogada cuenta: “Los motivos más comunes son los malos tratos, que calificaban antiguamente como injurias graves que agrupaba a todos los tipos de violencia (física, emocional, verbal, económica). Las injurias graves eran todo aquello que provocara una herida en la persona por eso el juez veía que “había matrimonios y matrimonios”. Había matrimonios en los que el insulto podía ser el causal del divorcio y había matrimonios que se tiraban cosas por la cabeza y creían que no era tan grave. Por otro lado, era común el adulterio. El adulterio en un principio era regulado como un delito y era un delito del derecho penal hasta hace, relativamente, poco tiempo. Se penalizaba al adultero pero de una manera diferente teniendo en cuenta el género. El hombre solía tener una concubina o “manceba”, que era una especie de mantenida. No estaba mal visto que un hombre tenga una mantenida fuera del hogar, para el hombre la esposa era su “honorabilidad” y las mantenidas eran las “cositas sucias”. Ahora no está regulado como una causal de divorcio porque era muy difícil probarlo ya que, tenias que sorprender a tu conyugue en el acto mismo.”
Y así como se puede llegar a la instancia del divorcio algunos años después de haber contraído matrimonio, también puede anularse de manera inmediata, si así lo solicitara una de las partes. Con respecto a esto, Beatriz Cano explica: “Se puede anular un matrimonio y esto viene del derecho canónico. Este considera que un matrimonio no consumado, era anulable. Es decir, si no paso nada entre los conyugues se anulaba. Otro causal muy común era el haber confundido a la persona, por ejemplo: Un error en cuanto a la persona que yo creía que era cuando me case y resulta que termino siendo otro tipo de persona.”
Conocer cuáles son los límites pero, sobre todo, cuales son las leyes que marcar estos límites, puede ayudar a entender mejor cómo funciona el sistema. De donde vienen las costumbres que aún se mantienen, por qué lo hacemos y como lo deshacemos es importante para seguir creciendo y avanzando hacia una sociedad civilizada y basada en el respeto del otro.
Amar: Un concepto que muta con los años
Cuando Argentina se estaba gestando era casi imposible imaginar la unión formal entre personas del mismo sexo. Eran años atroces para quienes se atrevían a vivir otro tipo de amor que no sea el heterosexual y desafiaban a aquellos que los tildaban de “inmorales y desviados”. Por suerte, las sociedades cambian y con esos cambios vinieron las ampliaciones de derechos, por ejemplo el matrimonio igualitario.
Hoy en día dejo de ser un tema central, se entiende como una conquista ganada. Siguiendo con en la línea de los cambios, existen diferentes formas de expresar o sentir amor y de las cuales todavía nos horrorizamos al escucharlas. Soplan vientos de cambios.
Aunque nos cueste entender, por haber crecido en una sociedad influenciada por la monogamia, las nuevas y, no tan nuevas generaciones, nos presentan diferentes tipos de practicar el amor.
Hace un tiempo todos mirábamos confundidos los programas de chimento de la tarde después de escuchar a una figura reconocida en el ambiente, como lo es Florencia Peña, decir que practicaba junto a su pareja el “POLIAMOR”. Con esta declaración, nacieron cientos y miles de interrogantes: ¿Qué es? ¿De qué se trata? Si bien todos acudimos rápidamente a la teoría de la infidelidad, la realidad es que la Señora Peña abrió la puerta para que hablemos de otros conceptos: amor libre, poligamia, bigamia o responsabilidad afectiva.
Con respecto a esta temática, la sexóloga explica: “Hay muchos cambios en la sociedad y son muy fuertes. Dentro del feminismo hay toda una postura que está en contra de lo que se llama amor romántico y todo lo que tiene que ver con la monogamia. Por otro lado, están las parejas swinger que hacen intercambios de pareja solo a nivel sexual y no afectivo. Otra opción es el poliamor, es decir varias personas amando, pueden ser de tres, cuatro o más, siendo que en la monogamia es solo entre dos personas. Todo esto está cambiando, muy de a poco pero si se están viendo. La monogamia es una cuestión que tiene que ver con lo cultural y no con lo absolutamente esperable de las personas”.
Hay que tener en cuenta que, en estos casos, la teoría puede alejarse por completo de la práctica. Es por eso que, para abordar otra temática como lo es el “amor libre” , acudí a C.C. –Estudiante de locución y militante feminista- quien nos dice lo siguiente: “Practico el amor libre hace años, ahora lo estoy transitando por segunda vez con mi nueva pareja y la verdad es que, el hablar nos ha ahorrado muchísimos problemas. Además de que me gusta el hecho de que no nos comemos la cabeza porque sabemos en donde esta puesto el deseo del otre. Obvio que también me gusta la monogamia, pero el amor libre me ayudo a evitar los celos y el miedo a que me engañen y/o engañar”.
En nuestro país existe una agrupación que engloba y ofrece talleres informativos para comprender y ejercer el amor desde la responsabilidad y el conocimiento, ésta se llama: AMOR LIBRE ARGENTINA .
Amor libre es otra manera de concebir las relaciones de pareja y ellos explican: “El consenso es fruto de un diálogo que no se da por presión ni coerción y es un acuerdo que puede ser renegociable. Mediante él se decide la forma de una relación: monógama (entre dos personas sin presuponer la noción de propiedad de uno sobre el otro), monógama abierta (entre dos personas con la libertad de relacionarse sexual/afectiva con otra por fuera) o poliamorosa (entre dos o más personas). De la misma forma, toda relación que respete los consensos, que no presuponga la propiedad de la persona y donde prime la honestidad es válida para los que practican el amor libre: se pueden dar las relaciones sólo sexuales (vínculo sólo sexual- carnal), afectivas (unión mediante un lazo sentimental), fusionadas (cuando se da una mezcla de ambas), anárquicas (no hay una diferencia ni jerarquización entre los vínculos sexuales, afectivos o amistosos), etcétera” .
Queda claramente demostrado que si bien es una práctica dentro de otra, sigue respetando los acuerdos, por lo tanto se puede ejercer dentro de una pareja que se concibe como monógama.
Monogamia: El dilema de los científicos para explicar su existencia
Existen varios estudios en diferentes universidades del mundo que intentan explicar por qué la monogamia es la práctica más común y la que más interpela a los seres humanos.
Según el antropólogo Christopher Opie del University College of London: “Hay varias hipótesis sobre la monogamia. Una es que cuando los hijos demandan de más cuidados, es mejor tener dos padres. La segunda, conocida como “escoltar al compañero”, propone que los machos deben estar cerca de las hembras para protegerlas de otros machos rivales. La tercera es que los machos se quedan con las hembras para defender a sus hijos de los ataques de otros machos, que quieren matar esa descendencia para que las hembras puedan quedar embarazadas nuevamente”.
Otro estudio publicado por la Universidad de Waterloo de Canadá estipula que “el cambio de poligamia a monogamia pudo haberse dado hace 10.000 años con la llegada de la agricultura. Las tribus, que antes eran nómadas, comenzaron a asentarse y ya no podían darse el lujo de tener enfermedades de transmisión sexual que mermaran la población”.
Nuestro país no ha indagado en la temática pero si se han publicado notas periodísticas al respecto, con datos extraídos de la propia sociedad pero sin ahondar demasiado en ello. Las notas mencionadas no hablan específicamente de la monogamia sino, sobre la infidelidad o exclusivamente del poliamor. Está claro que se habla de infidelidad porque solo tienen en cuenta una forma de amar: la monogamia.
Raúl Padilla, psicólogo -terapia sexual y de pareja- explica: “Hay una monogamia sexual, que implica no mantener relaciones con otras personas que no sean tu pareja, y una monogamia social, que implica tener una sola pareja con la que convivimos”.
Con respecto a la monogamia social, el psicólogo dice: “Es más adaptativo para nuestra sociedad a todos los niveles: económico, biológico y psicológico. Tienes un punto de referencia, alguien con el que compartir y te sientes imbuido dentro de un grupo. A nivel social, como la sociedad retroalimenta a la familia como unidad básica, eres parte productiva de esta sociedad. Por eso seguirá adelante la monogamia social”.
Hay algo que está claro, es casi imposible desprenderse de la práctica original. Se puede modificar para adaptarla a los nuevos tiempos, pueden aparecer nuevos conceptos para que repensemos los vínculos como sociedad y que podamos ejercerlos sin necesidad de vivir una relación violenta. Puede pensarse como un vínculo sano y sin restricciones y así podría seguir pero, siempre llego al mismo punto; todas las formas de concebir una pareja reconocen y respetan a la monogamia por ser el modo de amar más antiguo.
Sobre ésta realidad, la socióloga nos dice: “El amor en nuestro presente es un verdadero milagro: es el significante de la apuesta que, el ser humano, va al encuentro del otro, en su ser-otro, renunciando al saber.”
Es por eso que podemos comenzar a pensarnos como una sociedad abierta y las relaciones de pareja se irán modificando a través de los años pero la línea de meta terminará siendo la misma: la monogamia.
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