“Nos olvidamos que el fútbol es un juego”

Entrevista


Por Sabrina Villarroel - Periodismo 2° año

Nicolás Gómez tiene 25 años, es profesor de Educación Física y preparador físico de fútbol y se especializa en Alto Rendimiento Deportivo. Comenzó su carrera como entrenador en las escuelitas de Chicago y Estudiantes de La Plata. Actualmente trabaja en la Secretaría de Deporte de la Nación y es formador desde el 2015 en las categorías 2009, 10 y 11 de River (edades entre 7 y 9 años). Nos contó cómo se vive la violencia infantil en el fútbol, de parte de mayores, padres y entrenadores.
¿Cuál es tu grado de paciencia al entrenar a niños?
-Trato de que mi grado de paciencia sea muy alto, no me corre nadie. Intento ser equilibrado, sé que no todos van aprender al mismo tiempo, que todos tienen su tiempo de aprendizaje. Algunos van a ir más lentos, otros más rápidos, pero siempre con la paciencia y cuidado.


-Cómo entrenador, ¿hay más presión para que los chicos jueguen bien y ganen de parte de los directivos, por ejemplo? 
-Como entrenador la presión es para que aprendan. Eso es lo impórtate, no lo que pasa el fin de semana en la cancha. Lo que me inculcaron como profesor es que, en edad infantil, lo que más se destaca es lo que ocurre en los entrenamientos, no en el campo de juego. Es decir, el resultado no es relevante.
-¿Cómo se lo explicás a los padres?
-Que los padres hagan importante el resultado es muy diferente. Es una satisfacción para ellos, por su hijo. Tal vez, el chico no juega y su equipo gana, pero también se pone contento.
-¿Te ocurrió que algún alumno quiera opacar a sus compañeros?
-Sí, a veces algún alumno quiere destacarse más o llamar la atención. Pero es diferente a las categorías mayores, ya que, a esa edad lo toman como un juego y es competencia sana.
- ¿Y si lo hace con mala intención o violencia?
-Cuando pasa algo así entre compañeros, saco al alumno a un costado, le explico que no se debe hacer. Se le advierte, si se repite no puede se le permite entrenar. En caso de que lo vuelva hacer, se lo suspende del entrenamiento y luego se les comunica a los padres. Porque primero está el respeto por el compañero antes que el fútbol.
- ¿Cómo es tu relación con los padres?
-Es complicada. Siempre trato de poner límites. No permito y no me gusta que les griten a los chicos en los entrenamientos, pero pasa. Eso es faltarle el respeto, a sus propios hijos y a los compañeros de ellos. Además, a esa edad toman como ejemplo lo que el padre hace, como actúa y habla, y contamina el ambiente.
- ¿Por qué contamina el ambiente?
-Cuando el padre grita e insultan, al árbitro o a sus propios hijos, muchas veces los infantiles lo toman como ejemplo y luego lo llevan a la cancha, y a la vida. Entonces el chico insulta al árbitro o les grita a sus compañeros e incluso al profesor. Los padres no entienden que a esa edad no importa si ganan, pierden o si su hijo es el mejor, el objetivo es que los niños se diviertan cuando juegan.
- ¿Te ha tocado que un padre no entienda?
-Sí, me han pedido que le exija más un alumno. Quizás, si yo le hacía caso al padre y lo exigía, primero se iba a frustrar rápido y luego iba a querer abandonar el deporte, que no es la idea. Los padres, a veces, quieren sacar soluciones rápidas o que avancen muy rápido, y no es el procedimiento.
- ¿Cómo actuaste cuando ocurrió?
-Cuando ocurrió en un entrenamiento, me acerqué al padre y le pedí que se retire. Obviamente, hubo un mal entendido del padre, que se quejó y se enojó conmigo. Después lo entendió y comprendió que su hijo en esa situación de gritos y violencia, no la estaba pasando bien. Me pidió disculpas, pero lo volvió a hacer. En ese caso, en River, se suspende al padre una fecha. Es decir, además de educar a los chicos, los educamos a los padres y madres. No es sano gritarles a sus hijos y menos insultar en un partido de fútbol infantil.
- ¿Por qué creés que se ve esa violencia?

-Porque nos olvidamos que el fútbol es un juego y sirve para divertirse. Si bien tiene reglas, específicamente a esa edad lo más importante es compartir momentos de aprendizaje y diversión, con compañeros y rivales.

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